Existen numerosas terapias y ejercicios de carácter cotidiano que se deben poner en práctica para normalizar la situación del niño y facilitar su relación con el entorno. Una de las más efectivas es la terapia con animales, principalmente con caballos (equinoterapia) y con perros.
Quizá los perros están más al alcance y es más común en este tipo de terapias. Tras investigaciones, se ha llegado a comprobar que el contacto del niño autista con el perro supone un gran beneficio para sus problemas de interacción, llegando el niño incluso a reconocer estados de ánimo.