La obesidad infantil y la mala educación en hábitos alimenticios están a la orden del día. Alimentos industriales y el fomento de una vida más pasiva causado por la tecnología son los causantes de que el índice de obesidad infantil sea bastante alto en los últimos años.
Tampoco ayuda la gran oposición de los pequeños por comer frutas y verduras, pues en ocasiones se niegan a comer muchos de estos alimentos debido al color y la textura.
Se debe dejar de recurrir a la comida tradicional que está saturada de alimentos procesados, y junto a las frutas y verduras aportar proteínas y grasas de calidad. Este equilibrio y el abandono de alimentos llenos de azúcares harán que la salud de los pequeños mejore y se desarrollen adecuadamente.
Pero no hay de qué preocuparse. Todo esto puede arreglarse si se inculca una buena educación entorno a los alimentos y la hora del almuerzo.
Primera toma de contacto
Desde que los bebés comienzan a dejar la toma de leche, que hasta ese momento era el sustento principal de su alimentación, y reciben alimentos complementarios como las papillas de frutas y verduras, los pequeños comienzan a conocer los sabores y les agrada.
Les gusta y para ellos es un placer constante, sobretodo si reciben todo tipo de purés de verduras y de frutas, combinando sabores y diferentes ingredientes.
La tarea más difícil resulta ser la más sencilla. Comen de todo y no se dan cuenta. El problema aparece cuando el pequeño crece y debe ajustarse a la comida de los adultos. Aquí es donde las madres y los padres deben actuar y trabajar más. La variedad de alimentos y comidas debe ser igual de constante, de forma que el pequeño no pierda el recuerdo de los sabores que comía y que le encantaban.
Cocinar como un juego
Hacer que los más pequeños participen y cocinen con nosotros es muy importante. Se sentirá realizado por ayudar en las tareas más pequeñas y relacionará la comida con algo divertido. Querrá probar y comer lo que el mismo ha hecho.
Presentación de los platos
También la presentación del plato es algo muy importante. Que los alimentos se utilicen en el plato con formas de animalitos y otras formas igual de llamativas hará que se centre en el factor visual y no en los ingredientes que hemos utilizado. Deben beber agua constantemente, pues una dieta saludable se basa en su mayor cantidad en la ingesta de líquidos. El deporte visto desde el juego puede hacer que adquieran hábitos positivos y buena forma física, alejándolo de la vida sedentaria que tanto atrapa a los niños actualmente.
Educar nuevos hábitos
Todo esto no es fácil. De hecho fallar en esta tarea es normal pues supone un cambio en hábitos y costumbres de toda la familia. Los padres y las madres son lo que deben estar con ellos educándoles en este entorno de alimentación y deporte. No para que seas más o menos delgados.
Debemos dejar los estereotipos sociales y saber que esto es por su salud presente y futura, ya que estas costumbres las seguirán toda la vida, asegurando una buena calidad de vida para nuestra familia.
Colaboración con la escuela
La escuela también supone uno factor decisivo. El pequeño debe verse rodeado por las mismas normas para que las adquieras de forma efectiva y no vea diferencias entre él y sus compañeros, de forma que se vea condicionado y de alguna forma no quiera sumir todos estos cambios por miedo a ser distinto al resto.
Padres como ejemplo a seguir
No podemos olvidar que no sólo vale enseñar sino también ser el ejemplo a seguir. Para que este cambio no sea muy grande te aconsejamos el libro Adelgazar sin milagros, donde el autor nos habla de su propio ejemplo y donde puedes ver recetas saludables y muy variadas que te ayudarán a crear hábitos alimenticios saludables sin dejar de comer de todo. Ideas fantásticas de platos deliciosos que te ayudarán a dar este paso. Que no te parezca un mundo adelgazar de forma sana y saludable ya que este libro te dará las claves y te muestra que es posible.